Uno o más dientes perdidos o dañados pueden tener importantes repercusiones, no sólo estéticas. Inflamación de las encías, migraña, desgaste o desplazamiento de otros dientes, bruxismo (rechinar los dientes), trastornos digestivos o dolor en la articulación mandibular... En muchos casos, la implantología es muy recomendable. Implante dental se refiere a la parte inferior de un diente artificial, que reemplaza la raíz de un diente dañado o desgarrado. Compuesto por una varilla de 10 a 15 mm de material biocompatible (titanio o circonio), el implante se atornilla al hueso de la mandíbula y funciona como un amortiguador entre el diente y el hueso de la mandíbula, y sirve como punto de anclaje para un dentista. Prótesis o corona dental . La implantología dental permite recuperar una masticación eficaz y cómoda, así como un mejor habla. Es especialmente recomendable para sustituir uno o más dientes perdidos o dañados, o incluso una dentición completa, ya que es adecuado para casi todos los pacientes. La instalación de raíces dentales artificiales preserva el hueso sin afectar a los dientes vecinos ni a la mandíbula, y permite fijar una prótesis dental que sustituirá a un diente idéntico, en cuanto a su funcionamiento y aspecto estético. Precede varias semanas a la instalación de la prótesis, para darle tiempo al cuerpo a colonizar el implante, como un injerto óseo.